Cada persona desde su espacio puede hacer la diferencia

Salvador Bravo Oe4-169 y José María Alemán
Quito, Ecuador

INFO

Cada persona desde su espacio puede hacer la diferencia

Hermana Fátima Blanca

Datos de mi vida…

Nací en Sevilla (España) el 13 de mayo de 1966. Era la segunda de cinco hermanos aunque siempre me trataron como “la mayor”. Estudié toda la etapa educativa en las Esclavas D.C.

…de mi vocación

Desde muy pequeña el Señor me fue hablando a través de muchas situaciones. Cuento sólo algunas para no extenderme:

  • En el colegio, en el movimiento Spínola tuve la fortuna de profundizar en la fe y encontrarme con el Señor, de despertar al sentido de la justicia social, el compromiso con el hermano… esto encajó muy bien con los valores aprendidos en casa.
  • Mi familia es muy numerosa, salíamos juntos los primos y cada uno con sus amigos/as, tenía un grupo seguro con el que me divertía, pero la alegría que me dejaban las salidas y fiestas no duraban tanto ni eran tan profunda como la que me dejaban los campamentos, las colonias con niños del tutelar de menores o de hogares, o las misiones.
  • Cuando veía en la televisión tanto sufrimiento en el mundo, yo quería hacer algo por los demás, quería ser como Teresa de Calcuta (que en mi adolescencia salía mucho en los medios), me atraía profundamente el mensaje del Reino y cada vez que escuchaba un texto del evangelio de llamado, sentía que iba dirigido a mí.
  • El haber sido “la mayor” y haber tenido un hermano con necesidad educativa especial marcó mucho mi vida, me hizo descubrir mi vocación de educadora con preferencia por los más vulnerables.

Así es como después de estar el año pre-universitario fuera de mi cole, cuando me tocó decidir qué estudiar, qué hacer con mi vida (tenía 18 años) dije a mis padres que me iba al noviciado.

…de mi Vida Religiosa

Estando en la Congregación estudié licenciatura en Biología y Ciencias Religiosas. Después de hacer los votos y terminar mis estudios toda mi vida he estado en formación y siendo profesora de religión y ciencias naturales, coordinando la pastoral y como maestra de postulantes, novicias y/o junioras.

…mi relación con el Señor

A lo largo de mi vida el Señor me ha ido atrayendo cada vez más a Él, me siento muy afortunada por ello y me encantaría que todos descubrieran ese amor tan incondicional que te lleva a creer en ti y te lanza a los demás, esa invitación que el Señor nos hace a cada uno para colaborar con Él en la construcción de un mundo más justo y más humano.

… mi relación con la Iglesia

Siempre que he podido me he implicado en la vida de la diócesis o de la parroquia. En este momento es poco lo que hago porque no me da la vida, pero estoy, pertenezco y agradezco al Señor el regalo de esta comunidad tan plural y tan viva a la que espero más adelante incorporarme con más intensidad.

Callejeros de la fe

Me piden que comparta con ustedes la experiencia del voluntariado. Estoy convencida, porque es mi experiencia y porque lo dijo el Señor, que el contacto con los pobres lleva a Dios. ES así como siempre buscamos ocasión de trabajar con ellos. En este momento lo hacemos los sábados colaborando con el Banco de alimentos y los viernes en la noche con los “sin-techo” de la ciudad.

Buscando dónde y cómo hacer algo, me contaron que los religiosos dehonianos tenía una acción social que llaman “Callejeros de la fe” (en su Web pueden encontrar la historia) con las personas sin hogar. y nos unimos a ella.

Llevamos dos años saliendo los viernes en la noche (desde las 9.00pm hasta las 2.00am o más tarde). Les damos un sánduche y un vaso de avena o de agua de cedrón y nos sentamos con ellos a charlar y a escuchar sus historias y compartir las nuestras. Nos dicen “ustedes son los ángeles de la noche”, “es agradable saber que si un día no estoy alguien me va a echar de menos” … se enfadan si algún viernes no vamos porque nos esperan. No tratamos sacarlos de la calle porque nos somos profesionales (hay instituciones que sí lo hacen), aunque a alguno lo hemos llevado al médico, a “Alcohólicos anónimos”, a “REMAR. Nuestra misión es aliviarles un poco el hambre y el frío y recordarles su dignidad como hijos de un Dios que no les olvida, les quiere y los llama por su nombre. Rezamos juntos, nos piden y nos dan su bendición. Es uno de esos espacios en que se experimenta esa “felicidad de rebote” que nos promete el Señor. La de poder hacer feliz a otros y la de valorar y agradecer cada pequeño don del que disfrutamos cada día y que puede pasar desapercibido como es poder cenar, dormir en una cama, con cobija, sin miedo, acompañada, aseada…

Dios ha puesto muchas mediaciones en mi vida sin las cuales no hubiera sido posible mi respuesta y, sobre todo, se ha preocupado de atraerme y enamorarme cada día más. No me cambio por nadie y me da pena no saberlo transmitir mejor para que otros también lo puedan disfrutar.

 

Pastoral de Comunicación 
Parroquia San Ignacio de Loyola - Solanda